Espacio Publico: Jardines del Museo Würth La Rioja, en Agoncillo, Logroño/ dom-arquitectura



Año del Proyecto: 2005
Año de Construcción: 2006-2007
Arquitecto: Pablo Serrano Elorduy / dom-arquitectura
Interiorista y Paisajista: Blanca Elorduy
Aparejador: Joaquín Sierrra, Pablo Devalle.
Instalaciones: Iluminación Cromm
Fotografía: Pablo Serrano Elorduy
Superficies: 11.280 m2
Promotora: Würth España S.A.
Constructora: Canalizaciones y Obras El Juncal
Presupuesto: 300.000 Euros
Empresas colaboradoras:
Iluminación: Cromm
Jardinería: JardiRioja
Movimiento de tierras: Excavaciones Dionisio Ruiz
Hormigón en Obra: Hormigones Ebro
Cerámica: Neocerámica
Fontanería: Gerardo Justa
Electricidad: Ersa
Áridos y piedra: Miniexcavadoras Huarte

Concepto:
Trabajamos desde el inicio sobre dos consideraciones: conseguir un argumento proyectual que hiciera posible que fuera el propio lugar el que suministrara las pautas de intervención, haciendo aflorar de sus condiciones morfológicas, topográficas y topológicas las formas del nuevo paisaje.
Estas líneas desordenadas recuerdan a la propia naturaleza, sus ramas, sus hojas, sus cauces, sus grietas, son ellas las que parecen crear una malla virtual encima del lugar existente y que sea él mismo, el que vaya geometrizando el terreno, y a su vez organizándolo. Lográbamos así un control de las formas y de cada una de las diferentes zonas del futuro paisaje. El resultado, no es un jardín arbitrario, un espacio donde se plantan árboles y plantas, es un espacio donde todo está en su sitio y todo tiene un equilibrio y una razón de ser.
Estos trazos irregulares, se ensanchan y se estrechan, se cruzan y se entrelazan, juegan unos con otros, y se adaptan a la topografía de nuestro solar. Volúmenes de madera que sobresalen del terreno, muros pasarela de hormigón como rocas que aparecen irrumpiendo en la quietud de la vegetación. Se convierten en pasarelas para caminar, estancias donde descansar. Otras cintas son de árboles creando muros de vegetación o encajes permeables de ramas o surcos de cortezas que nos recuerdan al bosque, o de bolos de piedra en donde volvemos a ver la naturaleza y el trabajo que los años de agua en movimiento hacen sobre la piedra dejándonos esas formas redondeadas y blancas casi irreales, o de hormigón, que nos dirige por un paseo sorprendente entre las cintas de plantas, o la lámina de agua. Todas estas cintas irregulares y únicas que fraccionan y distribuyen los espacios se mueven a un mismo ritmo, con una misma sintonía.
Es un jardín por donde podemos pasear, podemos sentarnos a contemplarlo, un jardín que va a formar parte de la arquitectura, ya que tendrá un gran protagonismo tanto desde el atrio principal del edificio, como desde el museo y desde los despachos. Caminando por él, lo vamos descubriendo poco a poco, pero si lo visualizamos desde arriba es como un gran mosaico donde todo encaja en un conjunto armónico.
La zona norte del jardín es la que adquiere mayor protagonismo, es el conjunto de láminas de agua, el que se proclama como el centro del proyecto. Las tres láminas sucesivas diseñadas a diferentes alturas provocan que el agua se mantenga en continuo movimiento, potenciando el dinamismo que ya de por sí tienen las formas del resto del proyecto. Como si de un pequeño arroyo se tratara, los pequeños saltos de agua, evocan su descenso natural y dotan al jardín, de ese característico sonido, que nos relaja y nos induce a la meditación. Trasladándonos así la sensación de armonía y equilibrio que todo el proyecto busca con sus formas y colores naturales.
El detalle constructivo trabajado del vaso de agua permite que el propio líquido parezca un pavimento nuevo, al encontrarse en la misma cota que el resto del suelo, únicamente separado por 5cm que dejan caer el agua a un canal oculto de recogida de aguas.
Los vasos están revestidos con una piedra oscura provocando que la lámina de agua se convierta en un espejo, para fundirse con el cielo, reflejando en el suelo sus colores cambiantes según el día y sus horas. El azul, el gris o el blanco de las nubes bajan al pavimento.
La pasarela que nos lleva a recorrer el espacio posterior, discurre entre plantas y arbustos aromáticos, lavanda, romero, tomillo, estos olores que nos acompañan durante el paseo, nos predisponen a relajarnos y a disfrutar de la belleza del entorno. También nos permite disfrutar de una experiencia sensorial de olores y colores que nos da esta cercanía a la naturaleza. Durante el paseo nos encontraremos con bancos que nos invitan a sentarnos, la pasarela se convierte en un puente de madera que cruza la lámina de agua, esta discurre a nuestro lado, teniendo un gran protagonismo durante el paseo.

El hecho de escoger una gran variedad de plantas y árboles nos permite disfrutar de cada uno de ellos, en sus diferentes facetas, formas y colores dependiendo de la época del año en la que nos encontremos. Especialmente los árboles de hoja caduca que dotan al jardín de un carácter de cambio constante. Hay colores que entran en escena y luego desaparecen como el lila de la lavanda, el rojo del liquidámbar, el amarillo de los ginkgos, el azul de los agapantus. Y por otro lado están los colores de los materiales utilizados en el proyecto que se mantienen en una gama más suave y tranquila, el verde del césped, el marrón de la teca y las cortezas, los grises del hormigón y el blanco de los bolos.

En las zonas perimetrales se colocan árboles altos, populus, quercus rubra y ginkgos, que se recortan sobre la inmensa pantalla de la pared blanca del edificio vecino donde proyectarán sus formas y sombras, y que nos permiten delimitar visualmente nuestro espacio y crear una zona más íntima y agradable. Los árboles siempre se colocan ordenados en fila o en pequeños grupos de forma que siempre quedan controlados en conjunto del jardín.
La entrada del museo, en la fachada oeste, parece ser el punto convergente de las líneas del proyecto, donde llegan todos los caminos tanto peatonales como las cintas de masas vegetales. Donde se sitúa tangente a la entrada, la terraza, un volumen de madera que sobresale del conjunto como si fuera una roca con sus paredes inclinadas.
La zona de la entrada principal está tratada como la más noble con un pavimento de piedra gris oscuro, donde se colocan unos bancos de luz, casi escultóricos marcando el paso principal. Para darle mayor elegancia se coloca otra lámina de agua iluminada con fibra óptica perimetral y cada uno de los chorros cosa que le proporcionará una mayor espectacularidad al conjunto de la entrada.
Después de una reflexión sobre la naturaleza, el jardín provoca en nosotros estímulos, sentimientos y percepciones, que trasladamos a partir de una conversión personal al proyecto. Con este trabajo de abstracción se crea un paralelismo entre la propia naturaleza, las emociones que nos provoca y su similitud aunque este esté manipulado a nuestro paisaje creado.

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