Playa Flotante: La necesidad pública de bañarse en el paisaje
Basados en la discrepancia del verbo privatizar frente a la concepción del espacio público como paradigma del desarrollo de la mayoría de las ciudades en el siglo XXI, precisamos la ciudad de Maracaibo como declive occidental venezolano que no escapa de ésta realidad. Al percatarnos en hechos demográficos, nos encontramos ante una alarmante cifra de una sociedad al que se le ha privatizado el espacio físico para bañarse, que más concretamente engloba a un 65% de población informal y un 25% de población de clase media, transformando el agua en una adquisición elitesca.
Bajo el concepto de “balneario”, comprendido como lugares públicos para el disfrute del agua, cuya práctica se ha restringido por la difusión de espacios físicos que se rigen por preceptos de control de acceso, tales como clubes privados, piscinas tarifadas y parques acuáticos, que afecta a la apropiación del espacio por la mayor parte de la población, especialmente las de bajos recursos.
Sin embargo, la restricción no cae únicamente en la privatización del bañarse, sino que transforma la ciudad, icónicamente reconocida por la presencia de un vasto cuerpo de agua que ha estado sumergido en la contaminación y deterioro ambiental progresivo, en una falsa posibilidad pública de apropiación por parte de aquellos que se apartan de espacios físicos privatizados.
De la necesidad pública al espacio público
Es por ello que proponemos la concepción del espacio público a través de una Playa Flotante: La playa como la explanada de colectividades que reinterpreta la naturaleza del Lago, en una plataforma flotante que rememora la apropiación palafítica primigenia, la explotación petrolera industrial para convertirle en una conquista pública que reinventa la perdida memoria del paisaje.
Al construir Playas flotantes, que reconoce lo replicable y transportable, es necesario comprender su acoplamiento por elementos estructuradores que otorga diferentes espacialidades en la propuesta: Una plataforma de eventos colectivos que permite unificar la costa con el espacio público flotante; se materializa en un muelle que finaliza en un marco de miradas, que invita a la contemplación del paisaje y a la apropiación de la comunidad para actividades deportivas, recreativas, bailoterapia, juegos infantiles, etc.
A partir de la fijación de la plataforma mencionada anteriormente, empezamos a establecer un descenso paulatino hacia la costa, un paisaje en franjas intervenido por la presencia de un muro, reminiscencia de lo privado, que ha permitido su debilitación a través de la infiltración del espacio público y que reconoce la arquitectura primigenia para construir el hecho físico; una piel permeable que posibilita el intercambio de un interior-exterior, alzado sobre una superficie inacabada que nos permite entender aquello que genera el proyecto: una superficie de revelación que muestra el reciclaje del paisaje industrial que determina la actividad más importante del Lago: la explotación petrolera.
Para finalizar, el descenso horizontal se logra hasta llegar al balneario: una piscina que permite, bajo el término de reciclabilidad, tomar agua del propio Lago, tratarla y re-utilizarla para bañar las superficies aledañas; un área lúdica para los pies, un espacio chapoteo para toda la familia e incluso la propia piscina como el lugar para bañarse; ya que no se trata de un islote, no se trata de una piscina. Se trata de playas flotantes.