El paisaje se ha relacionado con el sentido de la vista, pero el oído, el olfato, el gusto o el tacto pueden llegar a ser tan o más determinantes que el mismo sentido de la vista a la hora de percibir y vivir un determinado paisaje. El sonido de un lugar configura su identidad, y es una dimensión esencial de su paisaje. Un bosque, una plaza o una fiesta tienen sonidos característicos que los definen y diferencian de otros entornos similares. Se puede decir que un paisaje sonoro es el sonido (o entorno sonoro) de un paisaje determinado en un momento determinado. Del mismo modo que el paisaje está en constante evolución, los paisajes sonoros también varían a lo largo del tiempo, y en ocasiones son el reflejo de un instante irrepetible. La grabación de los sonidos favorece la preservación y la difusión del patrimonio sonoro, así como su uso como recurso educativo e, incluso, como recurso de promoción turística, ya que permite conocer y explicar un entorno de un modo distinto.